DIARIO DE SEVILLA / SARAMPION HOY /
Las vacunas salvan vidas, y su rechazo, basado en el miedo y la falsedad, pone en peligro décadas de progreso médico
El regreso del sarampión y sus efectos en la salud de niños y niñas es un asunto preocupante. Cuatro fallecimientos han sido notificados en las últimas semanas en Francia, Países Bajos y Reino Unido a causa del sarampión, una enfermedad vírica muy infecciosa pero fácilmente prevenible gracias a las vacunas.
Estos casos no son simples tragedias aisladas, sino el resultado de un preocupante retroceso en la cobertura vacunal, impulsado seguramente en gran medida por la desinformación y el movimiento antivacunas.
El auge de los movimientos antivacunas ha sembrado dudas infundadas sobre la seguridad y eficacia de las inmunizaciones, especialmente en redes sociales y ciertos círculos pseudocientíficos. Estos grupos difunden mitos, como la falsa vinculación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) y el autismo, una teoría desacreditada hace décadas pero que aún persiste. El resultado es claro: comunidades con bajas tasas de vacunación se convierten en focos evitables. En Europa, el descenso en la cobertura del 95% —umbral necesario para la inmunidad colectiva— ha permitido que el sarampión resurja.
Frente a ello, hay que señalar que la vacuna contra el sarampión es una de las herramientas más seguras y efectivas de la medicina moderna. Con una eficacia superior al 97% tras dos dosis, no solo protege al individuo, sino que salvaguarda a quienes no pueden vacunarse, como bebés menores de un año o personas inmunodeprimidas, mediante la inmunidad de grupo. Además, su impacto va más allá de prevenir la enfermedad aguda: evita complicaciones graves como encefalitis, neumonía e incluso la muerte. Es una intervención de bajo costo, ampliamente estudiada y respaldada por décadas de evidencia. España, y en particular Andalucía, cuentan con uno de los calendarios vacunales más completos y accesibles.
La vacuna del sarampión está incluida en el Sistema Nacional de Salud y (por ende) en el calendario andaluz, garantizando su gratuidad. Este enfoque universal ha permitido mantener altas coberturas y evitar brotes generalizados, aunque no somos inmunes al riesgo. La llegada de casos importados y la existencia de bolsas de población no vacunada exigen mantener la vigilancia.
La protección frente al sarampión no es solo una decisión individual, sino un acto de responsabilidad colectiva. Hay que trabajar para conseguir que padres y madres tengan el mejor asesoramiento e información, con fuentes rigurosas y con el apoyo de profesionales sanitarios, para vacunar a sus hijos e hijas, no solo por su bienestar, sino por el de toda la comunidad. Las autoridades deben combatir activamente la desinformación, garantizar el acceso a las vacunas y promover campañas de concienciación que se basen en análisis concretos sobre las motivaciones para no vacunar.
El sarampión es prevenible. No debería cobrarse vidas en el siglo XXI. Frenar su avance exige un compromiso con la ciencia, la educación sanitaria y la solidaridad. Las vacunas salvan vidas, y su rechazo, basado en el miedo y la falsedad, pone en peligro décadas de progreso médico. En España y en el mundo, la respuesta debe ser clara: más información, mejor acceso y considerar que la vacunación no es solo un derecho; puede considerarse también que es una obligación ética. ¿No les parece?
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