MALAGA HOY/ LA PISCINA ESCONDIDA MONTAÑAS DE MALAGA QUE TODOS IDENTIFICAN POR SU PIEDRA GIGANTE: UN PARAISO NATURAL QUE PARECE DE CUENTO /
El Charco Esteban, entre Jubrique y Benalauría, es un remanso natural rodeado de alcornoques y huellas históricas como una antigua acequia
Aunque ya no permite zambullidas profundas, su gran roca central y su playa fluvial lo mantienen como uno de los rincones más mágicos del Valle del Genal
Las piscinas naturales de Málaga una a una: la más fría, la refrescante, la secreta, la familiar...
En el corazón del Valle del Genal, donde la naturaleza se abre paso entre alcornoques, castaños y cañadas antiguas, se esconde una de las pozas más singulares de la provincia de Málaga. Se trata del Charco Esteban, también conocido como La Fuentecilla, una piscina natural enclavada entre los términos municipales de Jubrique y Benalauría, cuya imagen más reconocible es una gran roca en mitad del agua, que la convierte en un punto fácil de identificar y recordar para quienes lo visitan.
Este pequeño remanso, alimentado por las aguas del río Genal, destaca no solo por su entorno de alto valor ecológico, sino también por su singular geografía y por ser un paraje habitual de descanso y baño estival entre los vecinos de la zona.
Dos caminos, un mismo destino
El Charco Esteban se puede alcanzar por dos rutas principales. La más directa parte del puente de San Juan, situado en la carretera MA-8305 que conecta Algatocín con Jubrique. Desde este punto, el senderista debe incorporarse al tramo Benarrabá-Benalauría de la Gran Senda de la Serranía de Ronda (GR-141) y desviarse posteriormente tras cruzar el arroyo del Arabí, continuando por una pista hasta alcanzar el antiguo molino de Almenta. A escasos metros de allí se encuentra el charco. Este recorrido tiene una longitud de 3,5 kilómetros en sentido único.
La segunda opción arranca desde el propio municipio de Jubrique, siguiendo las señales del sendero SL-A 195, que traza una ruta de algo más de 6 kilómetros solo de ida. Es un trayecto muy transitado durante los meses de verano, utilizado frecuentemente por vecinos que buscan un lugar donde refrescarse. El recorrido atraviesa paisajes que alternan pinares, alcornoques, huertas y veredas antiguas, muchas de ellas conectadas desde hace siglos con los pueblos cercanos.
Un paraje con historia y biodiversidad
El Charco Esteban es fácilmente reconocible por el bloque de piedra que se alza en el centro del cauce. También por una antigua acequia visible en la pared rocosa opuesta, vestigio de los sistemas hidráulicos tradicionales que abastecían antiguas fincas de la zona. El entorno del charco está flanqueado por vegetación ribereña abundante, donde destacan ejemplares de emborrachacabras (Coriaria myrtifolia), una planta característica de los márgenes húmedos del Genal.
Uno de los elementos más apreciados del enclave es la pequeña playa arenosa que se forma junto a la poza, ideal para el descanso y la observación del entorno. En sus aguas habita el bordallo del Genal (Squalius malacitanus), una especie de pez endémico presente solo en ciertos cauces del sur peninsular, lo que aporta al charco un valor ecológico añadido.
La poza y su evolución
La profundidad del Charco Esteban ha disminuido en los últimos años. Las lluvias torrenciales han arrastrado sedimentos que han ido colmatando la cubeta, lo que ha reducido considerablemente su capacidad. Aunque en tiempos pasados esta poza permitía sumergirse por completo, hoy no alcanza la profundidad suficiente para lanzarse desde las rocas, una práctica desaconsejada. Aun así, el lugar conserva su atractivo por el entorno fluvial que lo rodea y por la fuente natural que fluye todo el año junto al charco.
Vistas del Genal y senderismo entre pueblos blancos
Durante el ascenso por la pista forestal que lleva al charco desde Jubrique, el paisaje se abre y deja ver el otro lado del Valle del Genal, donde los pueblos blancos destacan sobre las laderas cubiertas de vegetación mediterránea. Desde el Higuerón Alto, se divisa el relieve de Benalauría, con el Peñón de Benadalid dominando la divisoria entre los valles del Genal y el Guadiaro.
El final del sendero es abrupto. La pista de tierra termina frente a una vivienda, y una estrecha vereda desciende durante cinco minutos hasta el cauce del río, donde espera el Charco Esteban. Este rincón, a medio camino entre dos pueblos, ha sido tradicionalmente utilizado como vía de paso entre ambos y sigue siendo punto de encuentro para caminantes, vecinos y visitantes que encuentran aquí un entorno de gran belleza natural.
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